Las medidas para que las personas dejen de fumar en los últimos años se han hecho más coercitivas; los espacios están más restringidos para consumir el cigarrillo y se ha buscado limitar su adquisición, se ha incrementado el precio y socialmente se ha generado cierto control.

Sin embargo, muchas personas han continuado utilizándolo e incluso lo defienden a ultranza, inclusive tengo un par de historias de amigos que a pesar de conocer los daños que esto genera en su salud individual y en lo colectivo, lo justifican. 

Ambos coinciden que el inicio del consumo se debió a otra persona que les ofreció e incentivó al compartirlo en espacios de ocio. Para ese momento, el cigarrillo era visto como algo normal, se podía fumar en cualquier espacio, incluso cerrado, y era barato. Con el tiempo, fumar era también un elemento de status y hasta algo terapéutico: “Me calmaba la ansiedad”, “me ayudaba a pensar”.

Actualmente conocen la gravedad del uso del cigarrillo por tantos años, pero al “sentirse bien” disminuyen su percepción de riesgo. No me gusta que me digan que deje de fumar“. “No me molesta irme a algún lugar alejado para poder fumar“. “Disfruto tomarme un tintico mientras fumo, es un espacio propio“. Incluso tienen referencias de que las personas al dejar de fumar, se pueden enfermar más.  

Es difícil enfrentar muchos de estos argumentos, pues entran en el terreno de las libertades individuales, pero no refutan la evidencia que se tiene actualmente de lo dañino que es el consumo de cigarrillo, y que pretende “mutar” en la actualidad con los vapeadores, los cigarrillos electrónicos y demás sucedáneos que siguen incrementando el riesgo individual de una mortalidad temprana por enfermedades cardiovasculares, de afecciones pulmonares crónicas como la EPOC o la enfermedad pulmonar intersticial y por si fuera poco, la contaminación ambiental que tanto su producción como su consumo generan. 

Por eso, el lema de este año en la conmemoración del día mundial sin tabaco es que el tabaco contamina el planeta a la vez que daña la salud de las personas: 600.000.000 Árboles talados para hacer cigarrillos, 84.000.000 Toneladas de Emisiones de CO2 liberadas a la atmósfera que elevan la temperatura mundial, y 22.000.000.000 Litros de agua utilizados para fabricar cigarrillos. (https://www.paho.org/es/campanas/dia-mundial-sin-tabaco-2022)

Para enfrentar este problema, nosotros en Comfamiliar tenemos ya implementada la ruta de atención al tabaquismo, donde identificamos al fumador, se le hace intervención breve para dejar de fumar y si desea dejar el hábito, se incluye en la ruta de seguimiento con acompañamiento de una terapeuta respiratoria y médica general gestora de la ruta, y de acuerdo al nivel de dependencia tanto psicológica como física, se incluye valoración por equipo multidisciplinario: medicina familiar, psicología y/o psiquiatría.

Dr. Julián Alberto Hernández, MD, MSc.

Médico especialista en medicina familiar.

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